Esta mañana, mientras hacía mi recorrido rutinario, mi mente exhibía sus trucos más sucios, tratando de confundirme con las ordinarias ideas de “¿y ahora qué”, “¿cómo?”, “¿hasta cuándo?” que a menudo me hacen colapsar y caer.
Pero es otoño en Lima. El cielo es gris y la humedad se manifiesta con imperceptibles gotas de agua fría cayendo en mi rostro en ayunas.
Pero es otoño en Lima y los oficinistas caminan junto a mí, apurados, sonrientes, cobijados entre sus lanillas y polares.
Pero es otoño gris en Miraflores y el mar huele a frío y el cielo sabe a lluvia… y no puedo ser infeliz entre la humedad y el frío.
… y espero al invierno…
(¿Podré controlar este año mis ansias locas de tomar un helado a media noche en invierno?).