Estaba oscuro…

Y entonces se hizo de día…

Déjenme contar mis apreciaciones respecto  a los amaneceres. Si el Dios que nos enseñan en las escuelas católicas fuera como ellos nos enseñan, entonces sí que entiendo el por qué de los amaneceres: ¡¡¡solo  para hacernos pagar nuestras miserias y asquerosidades!!!

Sí, sí, mucho color violeta, naranja y demases, que sí, que muy bonito, pero los más de los días me los quería yo pasar por el forro del pantalón antes que estar condenada a mirar amaneceres día sí y día también. Que además en Lima siempre está nublado y en pleno color panza de burro apreciarse las tonalidades violetas, naranjas y demases, como que no…

Menos mal que yo me he ido haciendo una idea de Dios bastante distinta al del castigador ese que te golpea si empiezas a disfrutar de algo. Y no lo meto en mis líos con las mañanas y la condena de tener que despertar al alba… que si no…

A lo que iba. Se hizo de día. Hermosísima sale de la cama. Con esos profundos pensamientos con los que inicié el post.

Sale de cama. Se ducha. Hace sus necesidades matutinas que no voy a detallar más que nada porque cada quien tiene las suyas propias y no quiero andarme por aquí vanagloriando de las mías.

Poner tostadas. Preparar café. Tomar jugo. Prometerme que ¡¡¡hoy sí!!! seré fiel a la dieta.

Mirar reloj (¿te acuerdas cuando no tenías celular y usabas reloj? Dice el tuitero… sí, me acuerdo, pero prefiero el celular, que tener cosas en las muñecas tampoco no).

Salir en taxi al paradero del Metropolitano. Cruzar como loca la pista (ya, ya, me tardé 15 minutos en salir de la cama y pienso que si cruzo la pista ahorraré como 30 segundos ¡¡sí!!1 ¿¿¿y qué??? Asín soy…).

Ver reloj para saber a qué hora llega mi bus. Calcular el margen de error del reloj y darme cuenta que no sé si viene uno o ya se fue. Así que calladita no más, aprovechar el wifi gratis para revisar el Iphone (¿¿les dije que mi amor me regaló uno??? Sí, si lo dije pero nadie me ha felicitado por ello así que lo repito).

Llega el bus justo cuando empezaba a encaramelarme con un diálogo de besugos en Facebook. Qué pena. Pero nada. Entrar. Perdón, disculpe, si usted no avanza, avanzo yo, permiso por favor, perdón.

–          Pasa, pasa no más…

–          ¿¿¿¿Qué me dice???? (#IndignadaModeOn)

–          Que tanto tienes que pedir permiso, avanza no más.

–          Qué asco, tan viejo y tan malcriado, qué asco me da señor viejo y malcriado (¿mencioné el #IndignadaModeOn)

Hermosísima adquiere una coloración rosada al indignarse, así que se distrae pensando en que cuando se indigna debe ser más bella aún y cómo es posible que estos insensibles sean inmunes a esos encantos.

–          ¡¡¡¡¡¡¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaay!!!!!!!!!

–          (#AvergonzadaModeOn) Perdone señor, lo siento mucho.

–          No se preocupe.

Tamaño pisotón le pegué al viejito aquel. Menos mal que una es hermosísima y el viejito no pudo resistirse y me perdonó.

Pero… ¿cuánto me costaría la reparación civil si el señor pretende demandarme?

Calculo que si por dos pies (completos) la podóloga cobra alrededor de 4 euros (lo pongo así para que se me note la cosmopolitez) por cada pie vienen a ser dos. Y un pie tiene 5 dedos. ¿Será que debería pagarle 0.4 euros por ese pisotón?

Hombre, la próxima vez volteo, le doy un sol y le digo “quédate con el vuelto”.

… y así en estos profundos pensamientos empieza el día…